Foto de Archivo. Ing Santo Cespedes Gamboa, Dir. Regional Agricultura Barahona.
Manolo Guevara Díaz
elsoberanodigital.blogspot.com
Barahona.- Con el interés de crear conciencia en torno al cuidado, uso y protección del medio ambiente en la regional Enriquillo de Agricultura, este pasado martes 10 de enero 2017, en Santa Cruz Barahona, los Agrónomos Santo Céspedes Gamboa y Martiano Moreta Matos, se reunieron para compartir los temas relevantes de la importancia que reviste la implementación del Pago por Servicio Ambiental.
El Ing. Moreta, Tec. en Codocafé y Regidor en el municipio de Paraíso, es un ambientalista de larga data que juntos a varios comunitarios realizan una encomiable labor de forma amigable al medio ambiente, en el proyecto ecológico Cachote, ubicado éste en Paraíso, el cual colinda con los demás tres municipios de Barahona Sur ( Polo, Enriquillo y Cienaga ).
Foto de Archivo, Ing. Maltiano Moreta, Ex Director Codocafe, Barahona.
Por su parte el Ing. Céspedes Gamboa, es un agricultor que desde la regional de Agricultura mantiene y lleva en alto el interés del Sr. Presidente de la Republica el Lic. Danilo Medina, de hacer de los campos un lugar idóneo para convivir con la naturaleza, sin que su utilidad vaya en detrimento de la sostenibilidad ambiental, que es la vida misma.
De ahí, acordaron establecer algunos lazos/acuerdos entre las demás sectoriales, como son Medio Ambiente, Salud Publica, Educación, al junto de los ayuntamientos y comunidad organizada, para desde ya ver como los campesinos pueden de una forma mas responsable beneficiarse económicamente al cuidar y proteger el medio ambiente.
Continuación, si deseas conocer mas de la importancia del pago por servicio ambiental, elaborado por Dr. Cesar J. Galarza. Contacto: cesargalarza@yahoo.com
Muchas de las actividades esenciales para la vida humana, como alimentarse, beber, cosechar, respirar, etc. dependen directa o indirectamente de servicios prestados por la naturaleza. Por ejemplo, los bosques cumplen funciones imprescindibles para el ser humano y la vida en general; entre otros servicios controlan el clima, absorben y almacenan el CO2 -cuya liberación y aumento agrava el cambio climático-, contienen la erosión, sirven de protección el cauce de ríos y arroyos -y por ende son garantes de la provisión de agua-, y actúan como defensa contra inundaciones y vientos, operando además como soporte de la biodiversidad.
Pese a lo esencial de los servicios ambientales, los pueblos, gobiernos y empresas no siempre les han otorgado un lugar relevante en las prioridades a proteger con esquemas normativos, económicos o de otro tipo, aún cuando, paradójicamente, tales servicios constituyen la base y presupuesto para la generación de gran parte de la riqueza, crecimiento y desarrollo de los pueblos y naciones. Tal falta de consideración responde, entre otras causas, a las ideas de “gratuidad”, y “ausencia de sensación de límite” que impregnan a los recursos naturales y sus servicios. Conceptos que a su vez tienen relación estrecha con el carácter transaccional que tienen los bienes en el mercado (a mayor abundancia menor es el valor comercial que se les otorga).
Así, la escasa valoración histórica otorgada a los servicios ambientales -relegada quizás a la esfera idealista o romántica- ha ocasionado que el hombre, por lo general, soslayara su función como eslabón base para la continuidad de la vida humana individual y colectiva. Esto ha ocasionado durante años que los recursos naturales, ecosistemas y sus servicios, permanezcan desvalidos ante las amenazas que el mismo hombre esgrime contra ellos, como ser, entre otras circunstancias, la degradación, la deforestación, la explotación agrícola y ganadera intensiva, la urbanización sin control, la caza desmedida y la contaminación. Y ello ha llevado a los mismos a un estado de riesgo que atenta hoy contra su continuidad.
Sin embargo, fue ese mismo estado de riesgo lo que impulso el viraje de una concepción de desvalorización de la naturaleza y sus ecosistemas hacia otra centrada en el consenso sobre la urgente necesidad de implementar medidas para su conservación; no sólo a modo de preservación del planeta a futuro, sino para posibilitar la continuidad de los servicios ambientales. Ello puesto que, si bien la naturaleza tiene suficientes y eficaces mecanismos de regeneración y sanación, los mismos requieren de un tiempo prolongado de acción para producir resultados, siendo entonces insuficientes para contrarrestar el ritmo vertiginoso de la actual degradación de origen antropogénico.
Por fortuna, el hombre, va asumiendo -aunque lentamente- su responsabilidad en la cuestión por aquello de que “si ha sido parte de la generación del problema, debe ser parte de su solución”. Ello ha implicado, entre otras cuestiones, el impulso, desde muchos sectores, a la inclusión de la generación y mantenimiento de los servicios ambientales dentro de los presupuestos y costos de producción empresariales, e incluso algunos gobiernos (como Botswana, Costa Rica, Colombia, Filipinas, Guatemala, Indonesia, Madagascar y Ruanda) han comenzado a reconocer que los activos naturales aportan gran riqueza a sus economías, comprometiéndose, en su consecuencia, a llevar a cabo la contabilidad del “capital natural” como una manera de considerar los servicios de la naturaleza en la toma de decisiones económicas (en la que tradicionalmente no se habían tenido en cuenta para indicadores como el producto interno bruto -PIB-)[2].
En este línea, si bien sería óptimo -en una concepción ideal- que las acciones de conservación de recursos naturales y ecosistemas se implementaran a raíz del convencimiento sobre la necesidad de preservar y cuidar el planeta para nuestro futuro, la realidad ha enseñado que los instrumentos y políticas que se implementan con tal objetivo aumentan en gran medida su eficacia – y son realmente efectivos- cuando son acompañados por estímulos económicos para ello. Tales incentivos pueden asumir distintas figuras (subsidios, beneficios impositivos, ayudas en dinero, etc.), pero en este trabajo nos circunscribiremos a los esquemas de compensación y pagos por servicios ambientales, no sólo por los beneficios al medio ambiente que éstos implican, sino por los sociales, económicos y culturales que entendemos que traen aparejados y pretendemos resaltar.
Ahora, antes que nada quisiéramos señalar que el término “compensación” puede ser tomado tanto como “reparación de un efecto negativo o daño” que se ha ocasionado (offset), o bien como “remuneración o pago” por un bien o servicio que se recibe. Para escenificar ello pongamos un ejemplo. En el caso de la construcción de una represa hidroeléctrica, la misma generara varios tipos de conductas en relación a los ecosistemas: evitar; minimizar; rehabilitar/restaurar; o compensar.
“Evitar”, puesto que la obra debe proyectarse con la menor cantidad de impactos negativos a la comunidad y los ecosistemas (por ejemplo entre dos sitios con condiciones similares debe elegirse el que tenga menor impacto ambiental). “Minimizar”, ya que existe un margen inevitable de efectos negativos que deben producirse para que la obra pueda cumplir sus funciones, y en ellos se implementaran medidas mitigación y minimización para hacer los daños lo menor nocivos posible (por ejemplo con obras complementarias y de adaptación). “Rehabilitar/restaurar”, ya que se deberían tomar medidas para rehabilitar ecosistemas degradados o restaurar los eliminados después de la exposición a los impactos que no pueden ser eludidos (por ejemplo, constitución de reservas naturales). Finalmente “compensar/reparar”, puesto que eventualmente se deberíancompensar cualquier impacto residual significativo adverso que no se pueda evitar, minimizar o rehabilitar/restaurar.
En este mismo ejemplo podría también generase un esquema PSA para gestionar el otorgamiento de pago a los productores ribereños de los cauces hidrográficos por la tarea de conservación de los arroyos afluentes al curso de agua de la cual ella se sirve para generar energía (incluso ello ha sido recomendado por la Comisión mundial de Represas –WCD-, como un mecanismo para optimizar la rentabilidad de las represas mediante el mejoramiento del manejo de cuencas para mejorar las operaciones del reservorio [WCD, 2000][3]). Ello con el fin de asegurar el servicio hídrico de aprovisionamiento de agua.
Observamos entonces con claridad la diferencia entre “compensación/reparación/indemnización” y “compensación/remuneración/pago”, y dado que en estas líneas nos enfocaremos en los esquemas de retributivos por una acción (negativa o positiva) tendiente a dar continuidad a los servicios ambientales, adoptaremos la segunda acepción de compensación, es decir como remuneración o pago. Advertimos sin embargo, que mantendremos en este trabajo la significación de “compensación” como “pago” pero conservando ambos términos en simultáneo, ya que si bien el término “pago” es de uso más generalizado y acertado, su utilización aislada podría resultar limitada “pago en dinero” excluyendo los “pagos en especie” lo cual no es nuestra intención dado el carácter monetario y no monetario que puede presentar el mismo.
Credito I-ambiente.