CAMBIO CLIMÁTICO: Escuela de calor 2023

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Fernando del Pino Calvo-Sotelo

15 de agosto de 2023

La bisabuela inglesa de mi mujer era una señora elegante y espartana, y cuando sus hijas pequeñas se quejaban de la temperatura, contestaba impertérrita: “Nenitas, nenitas, en invierno hace frío y en verano hace calor”. Pues bien, cuando los propagandistas del cambio climático aprovechan una simple ola de calor para repetir sus cansinas letanías catastrofistas sobre el apocalipsis que nunca llega me entran ganas de repetirles: “Nenitas, nenitas, en invierno hace frío y en verano hace calor”.

A mis lectores habituales les habrá resultado familiar este párrafo inicial. En efecto, así es como comencé mi artículo Escuela de Calor en junio del 2022 ante la habitual campaña veraniega del alarmismo climático, que hiberna como los osos para resurgir con fuerza cada verano aprovechando las olas de calor propias de la estación. Dado que dicha campaña llega todos los veranos con la puntualidad de un reloj atómico he decidido mantener el mismo título cada año.

inundaciones, huracanes, tornados) no muestran ninguna tendencia significativa[9]. Buenas noticias, ¿verdad?

Pero a pesar de que el planeta se encoge de hombros e incluso disfruta del ligerísimo aumento de temperaturas (a un ritmo de 0,14°C por década desde 1979), las políticas dirigidas para “combatir el cambio climático” sí están teniendo devastadores efectos reales y tangibles que la población (¡por fin!) está empezando a comprender. Efectivamente, no sólo sufre el aumento de los costes de la energía, sino que en Europa ya no podrá siquiera elegir qué coche comprar, igual que pasaba en la URSS.

Por último, el aumento del CO2 atmosférico, esa fuente de vida de vida alucinantemente demonizada, alimento por antonomasia de árboles y plantas, está teniendo efectos claramente positivos, como el aumento de la producción de cereales – clave para eliminar el hambre – o su contribución al final del problema de deforestación. Así, el planeta está significativamente más verde gracias al aumento de CO2, en una pequeña parte gracias a la actividad humana. Loada sea.

temporal en series largas de escala geológica, y sin correlación, ¿cómo puede haber causalidad?

Déjenme que les cuente un secreto: hoy por hoy la ciencia no alcanza a comprender el clima, un sistema multifactorial, no lineal y caótico “que hace imposible la predicción a largo plazo[11]”, según reconoció el propio IPCC en 2001. Los científicos andan a tientas en un campo complejísimo que excede sus conocimientos, y la contaminación del dinero y la política no ha hecho más que enturbiar aún más la ciencia atmosférica. Los mismos meteorólogos que son incapaces de predecir el tiempo que va a hacer en mi ciudad más allá de unos pocos días, ¿de verdad pueden predecir el clima del planeta para dentro de 100 años? ¿Qué meteorólogo predijo la sequía en España? Efectivamente, el clima del planeta está sujeto a multitud de factores de cuya interacción los científicos tienen una comprensión bastante pobre y que quizá jamás alcancen a desentrañar (una afirmación blasfema para el cientificismo imperante, que da por sentado que el hombre-científico es un dios omnisciente).

mismo no piensa en absoluto”, escribió el genial Oscar Wilde. El sentido común debería sorprenderse al oír que debemos preocuparnos por una temperatura media 1,5°C superior a la que había en la Pequeña Edad de Hielo (repito, “de hielo”) y similar a la que había en tiempos medievales o en la Antigua Roma. El frío, sinónimo de muerte, mata al menos diez veces más personas que el calor, sinónimo de vida[14]. Los ecosistemas tropicales son infinitamente más ricos que los polares, las aves migran al sur en invierno en busca de climas más cálidos y los europeos del norte pasan sus vacaciones en el sur buscando climas más templados. ¿Qué prefiere la naturaleza, el calor o el frío?

Además de los volcanes (y de los ciclos de Milankovitch y un largo etcétera), otro ejemplo de poderosos fenómenos climáticos naturales son El Niño y La Niña (ENSO), que muestran la enorme y aún incomprendida influencia de los océanos en el clima del planeta. Con una profundidad media de 3.500m, los océanos están formados por una fina capa de unos 100-200m de aguas templadas (única con la que el ser humano entra en contacto) y por una gran masa de aguas profundas muy frías, hasta el extremo de que la temperatura media de los mares es de sólo 4°C. Estas dos masas intercambian flujos constantemente, pero cuando en el Océano Pacífico el flujo se ralentiza (por causas en gran medida desconocidas), la fina capa superficial no se renueva y se va calentando paulatinamente, lo que produce mayor evaporación y mayores precipitaciones y un aumento de la temperatura atmosférica, entre otros efectos. Esto es lo que se conoce como el Niño. Cuando el proceso se revierte y el intercambio de flujo entre ambas capas se acelera, el efecto es inverso: la fina capa superficial se enfría más de lo debido y se enfría la atmósfera (La Niña).

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ineficientes y creadas a la sombra de subvenciones e imposiciones políticas (500.000 millones de dólares invertidos sólo en 2022, pero ya saben, sólo el dinero del petróleo compra voluntades). También se benefician del timo los insaciables Estados occidentales, encantados de tener una excusa para crear nuevos impuestos (“verdes”), y desde el punto de vista geopolítico, China, el gran ganador del “cambio climático”, pues controla el negocio global de vehículos eléctricos y observa con satisfacción el suicidio de Occidente mientras sigue construyendo plantas de carbón.

Finalmente, y sin perjuicio de aquellos genuinamente convencidos por el alarmismo climático y que actúan de buena fe, podríamos mencionar el sinnúmero de activistas con pasaporte “científico” (biólogos, etc.), que han encontrado en la repetición de las letanías catastrofistas una nueva forma de expresión de sus ideas políticas anticapitalistas y, sobre todo, un filón que les da mucho más dinero y notoriedad que dar clases en un aula o publicar artículos en alguna oscura revista.

¿Y quiénes son los grandes perjudicados? Usted y yo, querido lector, los ciudadanos europeos a quienes nuestros políticos nacionales y la inepta burocracia de la UE nos hunden a plomo al abismo de la servidumbre y la pobreza.

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