Por: Andrea Pérez/Aitor Alonso
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Resumen: Los incendios de Australia siguen devastando el país. Este avance de las llamas ha hecho que se emitan 400 millones de toneladas de gases CO2 a la atmósfera que contribuirán al cambio climático. Pero, ¿y si el cambio climático también influye en estos fuegos? Aquí te explicamos qué está ocurriendo.
Unos 400 millones de toneladas de emisiones de CO2. Es la gran cifra que nos dejan hasta el momento los incendios de Australia, según la fundación española Pau Costa. Un dato que equivale a las emisiones que genera la industria del Reino Unido durante todo un año, trabajando de forma intensiva. Una catástrofe irreversible para el medioambiente que se suma a la muerte de 29 personas y cerca de un millón de animales.
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Cerca de 10 millones de hectáreas quemadas
Las lluvias torrenciales están ayudando a apagar los fuegos, pero todavía persisten en Nueva Gales del Sur, Victoria, Australia Occidental, Queensland y Tasmania. En total, cerca de 10 millones de hectáreas han sido reducidas a cenizas, esto equivale a toda la superficie del país de Portugal.
No es una situación inusual protesta en Sydney en enero de este año por la emergencia de los incendios forestales y el cambio climático.
Aunque la magnitud de los incendios que azotan Australia no puede compararse con otra catástrofe anterior, sí que es cierto que este territorio sufre cada año fuegos. Esta situación se debe a las zonas de temperatura extrema que conforman el país y los periodos de sequía. Además, según los últimos registros de temperatura, 2019 ha sido el año más caluroso en Australia. En este sentido, otro dato relevante es que IQ Air Visual subrayó que Melbourne es en la actualidad la segunda ciudad con más habitantes con el aire más contaminado del planeta.
Peligro de extinción de muchas especies
Los actuales incendios han roto todos los récords y han acabado con ecosistemas completos. En concreto, hasta 327 especies protegidas se encuentran ahora en peligro de extinción puesto que ha ardido el 80% de su espacio natural.
Por otro lado, Australia fue el pasado año el segundo exportador mundial de carbón. ¿Qué quiere decir este hecho? Quemar el carbón para obtener energía supone el aumento de gases CO2. De hecho, esta actividad también influye en que la temporada de incendios se alargue en Australia.
Los incendios de sexta generación
Imagen de uno de los incendios de Australia.
Sin embargo, que Australia arda es normal desde hace millones de años, incluso sirve para mantener la biodiversidad y regenerar la naturaleza. Pero ahora, según los expertos nos encontramos en una situación diferente, ya que los gases emitidos fomentarán el cambio climático y este a su vez la creación de más “megafuegos”, un círculo vicioso del que será difícil salir. Estos “megafuegos” o “megaincendios”, un término que acuñó Marc Castellnou, del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF) del cuerpo de Bombers de la Generalitat de Catalunya; se caracterizan por su intensidad, su velocidad de propagación y la cantidad de terreno que pueden quemar.
Se llaman incendios de sexta generación. Estos fuegos son, según los expertos, muy difíciles de controlar y afectan ya a medio planeta, ya lo hemos visto también en Portugal y California.
“Tenemos bosques estresados y debilitados, que se formaron con un clima distinto al actual, por lo que son más propensos a quemar”, apuntó Castellnou en una entrevista a La Vanguardia. ¿Cómo hemos llegado a este punto? El aumento de la temperatura global y las escasas precipitaciones han ido confeccionando la vegetación actual, poco resistente al fuego. Así que habrá que establecer nuevas estrategias para combatir los fuegos y salvar el planeta, lo antes posible.
Los incendios forman parte de la naturaleza y durante millones de años han configurado la diversidad de los ecosistemas. Esos son los regímenes de fuego naturales y sostenibles. En cambio hay otros incendios insostenibles, que superan la capacidad de los medios de extinción, por tres razones principales: La gran cantidad de urbanizaciones construidas actualmente en nuestros montes, la gran expansión de vegetación forestal debida a los cambios en la intensificación de la agricultura y ganadería y la simultaneidad de incendios forestales, como en el reciente caso de Auaralia