Manolo Guevara Díaz
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Entendía y así lo demostró a lo largo de su dilatada carrera profesional y en sus diversos proyectos periodísticos que lideró, que se hacía un eminente servicio al fortalecimiento de la democracia y la institucionalidad como elemento esencial para la existencia de contrapoderes y pluralidad política, ejerciendo un periodismo libre.
En su defensa de la libertad de medios y periodistas para informar sin cortapisas ni favor ni temor, solo sujeto a la ética y a un ejercicio responsable de la comunicación social, actuó siempre con tal grado de integridad e intransigencia que no le tembló el pulso para enfrentarse a quienes por incomprensión o, peor que eso, por conveniencias particulares, trataban de obstaculizar o silenciar a quienes informaban asuntos de interés general que podían afectar a determinados sectores de la vida nacional.
Su labor durante décadas en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) le dio estatura hemisférica a esa firme convicción sobre el derecho de los ciudadanos a recibir y ofrecer información sin ser objeto de restricciones o amenazas.
En ese organismo, del cual llegó a ser presidente, luego de encabezar la Comisión de Libertad de Prensa e Información, eje en la defensa de periódicos frente a regímenes y gobernantes de mentalidad totalitaria, logró que se le quiera y respetara porque hizo de la lucha por la libertad su invariable estandarte.
Para elCaribe, donde Molina Morillo inició su carrera, esta pérdida es particularmente sensible. Al momento de su muerte era director de El Día.
Una legión de lectores y admiradores añorarán esos Buenos Días de su columna diaria, en la que en forma contundente, elegante y enjundiosa, diariamente reflejaba su experiencia, sabiduría, profundidad de pensamiento y su don de gente, porque como decía Ryszard Kapuscinski: “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”. Paz a su alma, y nuestra solidaridad con sus familiares.