INTERNACIONAL.-Las Farc y el gobierno de Santos buscan revivir el proceso de paz con un nuevo acuerdo

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Izquierda: Iván Márquez, negociador principal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia; Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, y Humberto de la Calle, jefe de la delegación del gobierno colombiano, después de firmar un acuerdo de paz el sábado en La Habana.

Por Nicholas Casey

El gobierno colombiano y el principal grupo rebelde del país declararon el sábado que habían alcanzado un “nuevo acuerdo final” para acabar con un largo conflicto, lo cual posiblemente reviva un plan de paz que fue rechazado el mes pasado en un referendo.

Los cambios al acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) se anunciaron en La Habana y abordaron todo tipo de cuestiones —entre otras, si los rebeldes serían encarcelados después del desarme y cómo los tribunales enfrentarían los delitos de narcotráfico— que según los negociadores habían sido problemáticas para los detractores.
El nuevo acuerdo también parece retirar la promesa de garantizar bancas a los rebeldes en el congreso, una demanda clave para aquellos que decían que los guerrilleros serían recompensados injustamente con posiciones políticas.
En un discurso televisado, el presidente Juan Manuel Santos hizo énfasis en la necesidad de ratificar pronto el acuerdo, alegando que el tiempo se agota. “El cese al fuego es frágil”, dijo. “La incertidumbre genera temores y aumenta los riesgos de echar este inmenso esfuerzo al traste”.
Sin embargo, no hay certeza de si los cambios apaciguarán a los votantes que rechazaron el acuerdo de paz por un margen diminuto, ya que muchos de ellos consideraban que era demasiado indulgente con los rebeldes. Después del voto, los críticos dijeron que querían que los líderes rebeldes enfrentaran sentencias de prisión, una demanda que parecía casi imposible de satisfacer después de la firma del primer acuerdo.

Miembros del principal grupo rebelde de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en una población montañosa remota. Credit Federico Rios Escobar para The New York Times


Álvaro Uribe, expresidente colombiano que encabezó la campaña contra el acuerdo, emitió una breve declaración diciendo que deseaba revisar los cambios en los próximos días.

El destino de la guerra de más de 50 años entre Colombia y las Farc ha sido incierto desde el referendo hace casi seis semanas. Las encuestas habían indicado que la medida se aprobaría por un amplio margen, y el gobierno incluso llevó a cabo una ceremonia de firma del acuerdo con los rebeldes una semana antes. Sin embargo, el plan de pacificación se enfrentó a una fuerte campaña de oposición, que provocó que el 50,2 por ciento de los votantes lo rechazaran.

Colombia continuó con grandes esperanzas de alcanzar un acuerdo pero, para muchos, los términos acordados no ofrecían justicia tras un conflicto que lleva generaciones. Las escenas de los guerrilleros donando ropa a los civiles y preparándose para entrar a la arena política tocó una fibra sensible para muchos electores que no sentían que el grupo se mostrara arrepentido por sus crímenes.

Los votantes católicos y evangélicos también se unieron a la campaña por el No, con la esperanza de que se considerara un repudio a la agenda socialmente liberal del gobierno, que incluye la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

A pesar del revés del referendo, Santos ha recibido un respaldo internacional generalizado para concluir el acuerdo.

Días después del voto se dio a conocer que había ganado el Premio Nobel de la Paz 2016, y el jurado advirtió que dependía de él y de las Farc evitar que la guerra se reiniciara este año.
Estados Unidos, que ocupó un lugar importante en la negociación de ambos acuerdos, respaldó el anuncio el sábado.
“El presidente Santos y su equipo negociador, aquellos de la campaña del No y otros importantes sectores de la sociedad colombiana merecen crédito por haber iniciado un diálogo nacional respetuoso y de gran alcance tras el plebiscito”, dijo en una declaración el secretario de Estado John Kerry.

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